lunes, 14 de febrero de 2011

Disciplina por Amor


Extraído de Aprendiendo a ser padres de Miriam Levi

Es generalizada la imposición de disciplina como una falta de amor. Según la óptica del judaísmo, la disciplina no es sólo una expresión de amor verdadero; más aún, no imponerla es una señal de desprecio. "Al que ama Dios lo reprenderá." "El que retiene su palo odia a su hijo." (Interpretamos la expresión "su palo" con un sentido más amplio, que incluye disciplina en todos sus aspectos.) Un niño disciplinado es una fuente de placer para sus padres. "Corrige a tu hijo y te dará descanso, y te proporcionará deleite.
Un pequeño que viene al mundo es comparado con un asnillo salvaje: "y como un asnillo salvaje el hombre nace" Atiende sólo a sus impulsos naturales y a sus deseos primitivos. Es necesaria la disciplina para desarrollar en él la capacidad básica para controlar el instinto, que lo llevará gradualmente a deshacerse del egocentrismo con que nació.
LA IZQUIERDA ALEJA Y LA DERECHA ACERCA
Sobre educación, aconsejan nuestros sabios: "por siempre que la izquierda aleje y la derecha acerque". La mano derecha simboliza la expresión directa de amor, como demostraciones de cariño y comprensión, y la mano izquierda simboliza la expresión de amor indirecto, el que se demuestra por medio de los límites y la imposición de obediencia. Según las palabras de Rab Shimshón Rafael Hirsch, aunque combinemos en su educación amor y severidad, que siempre sea mayor la mano que acerca, ya que "la severidad excesiva sólo provoca rebeldía y dificulta lograr los objetivos educativos". Sólo si perseveramos en manifestarle nuestro amor podremos tener éxito en su educación.
Una excesiva firmeza logra, por un lado, resultados adversos y puede gestar rebeldía, pero no exigir obediencia no daña menos. A menudo los padres evitan imponer disciplina a sus niños por sentir compasión hacia ellos o por temor a que entorpezca su desarrollo natural. Se equivocan totalmente. Quizá el acontecimiento más trágico que figura en el Tanaj es el relato acerca de la rebelión de Abshalom hacia su padre (el rey David, quien era por demás tolerante), la deshonra a las mujeres de su padre y su expedición asesina para aniquilarlo. ¿Cómo pudo provocarse un sentimiento tan lejano a la naturaleza del hombre? Contesta a esto el Midrash que todo el que no impone disciplina a su hijo, su hijo finalmente se desviará por el mal camino. Debido a que el rey David no reprendió a su hijo querido ni tampoco le impuso obediencia, corrompió Ab-shalom su conducta y hasta intentó asesinar a su padre. La falta de severidad y la falta de voluntad para exigir obediencia pueden llegar a ser causantes básicos de la rebeldía de los niños.
Jazal consideran la falta de disciplina como una discriminación. La disciplina es trascendente para el niño, ¡merece gozar de ella!
Las manos, izquierda para alejar y derecha para acercar, pueden también interpretarse como complemento la una de la otra también en otro sentido. Cuando exigimos obediencia, debemos hacerlo como una expresión de amor palpable; así, el niño sentirá que nuestra intención es beneficiarlo. Una imposición de disciplina manifestada con cariño nunca será interpretada como una muestra de rechazo.
La psicología moderna también reconoce la importancia de la disciplina:
Mucho se ha escrito acerca de los peligros de la disciplina cruel, opresora y falta de cariño; estas advertencias son válidas y no se las debe atenuar. De todas formas hay quienes ven en las consecuencias de un castigo exagerado la justificación para anular la disciplina. Esto es una insensatez… [El niño] desea saber donde están los límites y quién se los impone… [y los padres] deben saber cuándo castigar, cómo establecer límites y qué conductas detener. La disciplina debe controlarse en un entorno de amor y afecto
Miriam Levi

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